sábado, 18 de diciembre de 2010

La importancia del desarrollo profesional

  El Banco Mundial (2005; De Jesús, 2010), reconoce que el conocimiento se está desarrollando y aplicando en nuevas formas donde  la necesidad de innovación es mayor. Esta organización señala que el aprendizaje permanente no sólo es crucial para preparar a los empleados para competir en la economía global, sino es importante para mejorar las habilidades necesarias para funcionar como miembro de su comunidad: sobre todo la educación y el entrenamiento incrementan la cohesión social, reducen los problemas de convivencia, y mejoran los asuntos organizacionales. El informe, así mismo, explica que para transformar la educación para atender las necesidades sociales es necesario que los trabajadores tengan la capacidad de utilizar efectivamente las habilidades de comunicación, actuar de manera autónoma y reflexiva y de unirse y desempeñarse en grupos sociales heterogéneos. Por último, señala que se hace necesario un enfoque diferente en la reforma de la educación no sólo para acelerar su ritmo, sino también para profundizar el alcance de los logros de transformación fundamental del conocimiento.
     Para Riaño (2005; De Jesús, 2010), si la empresa educativa desea triunfar en el mundo actual tiene que comenzar la conversión de las destrezas aprendidas por sus profesionales en valor para las mismas. García (2005; citado por De Jesús, 2010), explica que el escenario del futuro en el uso de estas habilidades y destrezas adquiridas radica en que las empresas educativas puedan: (a) sustentar su estructura mediante la productividad personal; (b) hacer más atractivo el proceso educativo en sus entornos; (c) balancear la productividad de la escuela con el de las personas; (d) pensar cada escuela cómo desarrollar los procesos y cómo automatizarlos; (e) poder crear entornos que permitan y fomenten la colaboración y la productividad de los equipos; (f) tener acceso a los datos de la escuela de manera más fácil y abierta para los empleados del grupo. Concluye que es necesario que los recursos humanos aprendan a pensar y, a partir de ahí, introducirlos en el uso de las nuevas tecnologías para gestionar el conocimiento.
     Pérez y Rodríguez (2007, citado por De Jesús, 2010), explican que la nueva tendencia que caracteriza las organizaciones del futuro, relacionada con sus recursos intangibles, es el desarrollo de conocimiento de los empleados los cuales le proporcionan un valor estimable y que son valoradas por las capacidades de generación, de creación, de servicio, de innovación, de sus dirigentes y del conjunto de personas que conforman sus recursos humanos. Señalan que para lograr esto deben existir estrategias adecuadas en cada uno de los aspectos con el fin de mejorar la calidad de la gerencia y mejorar, a su vez, la efectividad de la organización, con el propósito de alcanzar las metas de la misma mediante la transformación de destrezas y habilidades en uno activo y productivo a la empresa y a sus gestores.
     Darin (2007, citado por De Jesús, 2010), explica que las organizaciones del siglo XXI se enfrentan a dos grandes desafíos: aprender a generar valor a través del desarrollo profesional y los cambios debidos a la innovación continua, las demandas, la conducta de los consumidores y la superación permanente de las nuevas tecnologías. Para este experto las organizaciones hoy día tienen la responsabilidad de convertir al profesional en algo útil y productivo; lo que requiere asumir los cambios necesarios para enfrentar los nuevos desafíos de un ambiente complejo, dinámico y turbulento. Estas ideas son compartidas por Acevedo (2007; De Jesús, 2010), quien expone que para ser exitoso en las gestiones dentro de la nueva sociedad se tiene que tener suficiente gente adecuadamente entrenada y para lograr esta meta es necesario tomar en cuenta el elemento educativo para convertir a la sociedad en un centro de investigación y desarrollo para el mejoramiento del talento individual en beneficio de la comunidad en general. 
     Emmanuelli (2008, citado por De Jesús, 2010), señala que el desarrollo profesional debe considerarse como un valor económico que debe ser incentivado para que las empresas encuentren un clima favorable y que es necesario la colaboración estrecha entre todos los sectores sociales para ofrecer servicios y soluciones integrales en beneficios de todos. Respecto a este aspecto, Fernández (2008; De Jesús, 2010) explica que los modelos de competencias deben estar alineados con la idea del aprendizaje permanente y deben prestar suficiente atención al pensamiento crítico, al autoconocimiento, la intuición, las fortalezas personales, la empatía, entre otras habilidades del individuo que aprende. Ambos autores coinciden en que el desarrollo de estas destrezas ayudará a hacer más funcional a las organizaciones en beneficio de la sociedad moderna.
Por De Jesús (2010).

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